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Mostrando entradas de enero, 2015

Sed

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El lento suplicio que se despliega cada mañana tras el despertar del sol Carcome los huesos y reseca la piel, corroe la capa dura de un caracol. Destroza los viñedos y quema los campos sin reparo en lo que se hace. Sin pedir que se detengan a contemplar los hombres este cínico espectáculo llamado: “día a día”. Se maravillan los cielos y se amotinan los mares, todo dentro de una gota de cristal. Pasa de todo.  En la ensordecedora ebullición de la sangre y en el gorgoteo del agua salada. “¡Abrid la boca y tragad!” “¡Deglutid la arena!” se oye una seca voz desde la tierra desquebrajada. El sol ha puesto su yugo calcinante en tu espalda. Te han castigado, te han marcado.   El cielo azul, de un azul tan profundo que el mar tendría celos. La tierra deshidratada, deja ir sus últimos rastros de humedad. Tiene sus venas abiertas, esperando una dosis al menos tocar. Cruje, tiembla, suena y se queja. Se burla una pérfida nube al verla suplicar.  No corre brisa, no c